Una noche más, Evgeny Kissin volvió a agotar las entradas del Palau de la Música para demostrar que es uno de los pianistas más brillates de la actualidad.

Con un programa variado en género y estilo, el pianista incluyó música de grandes maestros del barroco, del romanticismo y del siglo XX. La Partita núm. 2 de J.S.Bach, una de las más exigentes técnicamente de la colección de suites del maestro alemán, inauguró el concierto. 

Siguió su querido Chopin, con dos nocturnos (el núm. 1, op. 27; y el núm. 2, op. 32) y, de la misma época compositiva, el Scherzo núm. 4, una pieza que atraviesa diferentes estados de ánimo, desde la alegría a la nostalgia.

La segunda parte estuvo dedicada íntegramente a Dmitri Shostakovich. Con la Sonata núm. 2, dividida en tres movimientos; para acabar con un toque neobarroco con los Preludios y fugas, núms. 15 y 24, op. 87. 

Después de largas ovaciones, el solista quiso agradecer al público los aplausos regalando tres bises: Sicilienne BWV 1031 de J.S.Bach; y el Scherzo núm. 2 y el Vals núm. 7 de Chopin. 

Como siempre un recital magnífico en el que Evgeny Kissin cautivó a la audiencia y dedicó autógrafos a la salida del concierto.