L’Orchestre des Champs-Élysées, bajo la dirección de Philippe Herreweghe, hicieron una exhibición de experiencia y complicidad
Gracias por acompañarnos otra vez en el Palau de la Música Catalana donde, ayer, celebramos el penúltimo concierto de la temporada 22/23 de BCN Clàssics. En esta ocasión, l'Orchestre des Champs-Élysées nos enseñaron por qué es una de las más destacadas del panorama europeo y, bajo la batuta de uno de sus fundadores, Philippe Herreweghe, exhibieron su unión y complicidad y no dejaron indiferente.
El concierto empezó con la última sinfonía que compuso Wolfgang Amadeus Mozart, la solemne núm. 41, también nombrada Júpiter. Cuatro movimientos que conforman una pieza que transmite la experiencia musical de su compositor y, en este caso, también del director.
Después de la pausa, fue el turno de la Heroica, la sinfonía núm. 3 de Ludwig van Beethoven. Una obra que desde su Allegro con brio ya engancha al público, pasando por la Marcia Funebre hasta el Scherzo y Finale, demostrando su potencia y la razón por la cual, en un principio, tenía que rendir homenaje al general Bonaparte.
Un Palau de la Música que pudo vivir una noche de dos grandes sinfonías de la clásica llena de momentos extraordinarios en los que el maestro Herreweghe volvió a demostrar que en la calma pocos lo superan.