Primera noche en el Palau de la Música Catalana para inaugurar esta temporada 23/24. Y no podíamos hacerlo de otra manera que con una figura legendaria a las manos del violín: Maxim Vengerov.
Recibido con una gran ovación, la audiencia lo esperaba desde hacía 28 años y quiso transmitirle su alegría. Acompañado al piano por Roustem Saitkoulov, el concierto empezó con un homenaje a tres grandes compositores: el matrimonio Schumann y el joven Brahms.
Tres romances para violín y piano, de Clara Schumann, inauguraron el concierto y ya eclipsaron al público. Seguidos de dos grandes obras como el Scherzo de la Sonata F-A-E, de Brahms; y Sonata para violín y piano núm. 3, de Robert Schumann.
Después de una merecida pausa, Vengerov estrenó con una pieza contemporánea de Alexey Shor, la Sonata para piano núm.1, con un final meditativo sorprendente; previa a cerrar con un último clásico Serguei Prokófiev, con la Sonata para violín y piano núm. 2, op. 94.
El aprecio del público se notó toda la noche, con aplausos muy largos e incluso gritos al maestro. Maxim Vengerov quiso agradecerlo con cuatro bises, entrando y saliendo del escenario: March de Serguei Prokófiev; dos obras de Fritz Kreisler: Liebesleid y Liebesfreud; y un final con Serguei Rakhmàninov, y la 18 variación de la rapsodia.
Sin duda, un gran inicio de temporada con momentos extraordinarios.