Sin duda se esperaba como un de los eventos de la temporada i así fue. La Orquesta Filarmónica Checa y su director titular Semyon Bychkov dedicaron su concierto a la música del compositor de su país más venerado, Antonín Dvorák. Una ocasión especial para celebrar el centenario de la música checa.
La primera parte empezó con el solista invitado en esta gira, el violonchelista Pablo Ferrández, con una de las carreras más brillantes a las manos de este instrumento. Nos regaló el Concierto para violonchelo en Si menor con un sonido redondo y poderoso en presencia. Acompañado por toda la orquesta y Bychkov, firmaron una obra brillante. Después de una larga ovación de parte del público, el madrileño quiso regalar la melodía del Cant dels ocells de Pau Casals que va emocionó a toda la sala.
En la segunda parte llegó el turno de la gran Sinfonía, del Nuevo Mundo. Un Semyon Bychxov sin partitura, que fue dibujando la pieza de forma magistral. Con una intensidad que fue creciendo hasta al tramo final.
Un Palau de la Música que respondió con un entusiasmo desbordante a esta maravilla de música interpretada de forma inmejorable. Para cerrar una noche memorable con las 21 Danzas Húngaras de Johannes Brahms.